La espada de Damocles para Lance Armstrong
- Adriana Delgado Ruiz
- 11 dic 2017
- 4 Min. de lectura

23 Octubre, 2012.- No debe ser nada raro para Lance Armstrong escuchar descalificaciones. El mismo que años antes afirmó: "el cáncer es lo mejor que me ha pasado en la vida"; lo dice quien sintió que murió en vida en 1996.
Es entendible que en la condición humana el ego por el triunfo genere que los seres humanos nos convirtamos en crueles juzgadores, sin poner en la balanza los acierto y los errores, sobre todo en el caso de nuestros ídolos deportivos expuestos a la comercialización como factor de la bondad y la excelencia. Ahí, donde el rudo juego de la mercadotecnia crea ídolos invencibles y los disfrazan con la máscara de la pureza, dejándolos desposeídos de cualquier defensa en caso de un error.
En esta absurda falta de valores se escoge a chivos expiatorios o jueces, a los que no les tiembla la mano para alzar la espada de Damocles y destrozar lo obtenido, que es más grande que el valor económico.
No debe ser nada raro entender esta rapiña hacia un hombre que a los 25 años padeció cáncer testicular, que luego tuvo metástasis pulmonar y cerebral, por lo que llegó al hospital vomitando sangre, que murió en vida... Una persona que con apenas 12 años obtuvo el cuarto lugar en natación, en Texas, y a los 16 años ya era un triatleta profesional. Un hombre que inició su carrera en el ciclismo profesional en 1991 y que luego de su arduo trabajo, un día ganó diez carreras y etapas de vueltas, que fue uno de los corredores mas jóvenes en ganar el mundial de ruta. Después ganó siete veces la Tour de France y, después de retirarse, quedó en segundo lugar el maratón de Nueva York.
Ese hombre a quien un día aplaudieron y al siguiente Pat McQuaid, presidente de la Unión Ciclista Internacional, declaró: NO HAY LUGAR EN EL CICLISMO PARA LANCE ARMSTRONG. Tendríamos que esperar para ver qué pasa en un futuro con Michael Phelps, quien ganó 19 medallas de oro en los pasados Juegos Olímpicos de Londres, al cual sólo amonestaron tres meses por fumar marihuana.
No cabe duda que somos una sociedad hipócrita, como si no supiéramos que el negocio de la droga ha provocado tan sólo en nuestro país 71 mil muertos, en su mayoría jóvenes.
No debe ser nada raro para Lance saber que su vida la podría escribir Cameron Crown, realizador de la película Jerry Maguire, en la que nos enseña la terrible y deshumanizada realidad que existe detrás del deporte.
Debe tener claro que se alejan los mismos que los dejaron moribundo en la cama de un hospital, tal como el mismo lo relató en su libro: "La noche anterior a la operación de mi cerebro, el doctor Shapiro vino a verme. Estaba más serio que de costumbre. Me dijo que los tumores estaban en lugares peligrosos y que, por ello, la intervención necesitaba ser milimétrica, ya que el menor fallo podía afectarme la vista o comprometer mi movilidad... A mí me aterraba pensar que iban a abrirme la cabeza. Shapiro me animó: 'Mira, a nadie le gusta que le hagan algo así. Si no tuvieras miedo sería rarísimo'.
Después de la cirugía me sometí a cuatro sesiones de quimioterapia. Tras ellas, el 13 de diciembre de 1996, estaba encogido en posición fetal y vomitaba las 24 horas del día. Había perdido nueve kilos y toda mi masa muscular había desaparecido. Además, se esfumó mi contrato de casi tres millones de dolares por dos años, con Cofidis, el equipo francés que me dio por desahuciado. Mis otros patrocinadores, Nike, Oakley, Giro y Milton Bradley permanecieron leales, pero mi principal fuente de ingresos procedía de Cofidis.
Tuve que vender mi auto, a punto estuve de hacer lo mismo con mi casa. Creían que estaba acabado. Nadie me quería fichar. Incluso un director le dijo a mi representante: 'Vamos, sabes que nunca volverá al pelotón'. Al final, un equipo patrocinado por el U.S. Postal Service me fichó por mucho menos de lo que solía cobrar, exactamente por 9 mil dólares anuales. Fue mi impuesto al cáncer".
No debe ser nada raro para Lance que nos olvidemos de los éxitos obtenidos a nivel personal y moral, cuando aquellos a los que has amado son los primero en juzgarte por los errores.
En esta feria de acusaciones nadie habla de los 500 millones de dólares que Lance obtuvo para la fundación LIVEARMSTRONG, para la cura del cáncer, y toda la conciencia que logró imponer en nuestra insensible existencia sobre los terribles efectos de este mal.
Lance, ojala midiéramos con la misma vara y la misma medida a los políticos corruptos e ineficientes, a los gobiernos opacos e indolentes, a las instituciones que con la máscara de la pureza generan rencor social, como si ellos fueran ejemplo de competitividad ,elocuencia y sobre todo de honestidad.
Deberíamos hacerles el antidoping de la eficiencia y, entonces, los acusaríamos de dopaje por utilizar la droga de la corrupción, el abuso y la intolerancia a los mas necesitados. Su castigo sería no volver a ocupar cargos públicos o, en su defecto, la cárcel por haber usufructuado del país sin ningún beneficio hacia la población.
No debe ser nada raro escuchar a Lance decir que no se va defender de de toda esta tormenta de afirmaciones, cuando la acusación vino de Frankie Andreu "compañero y competidor de Armstrong", quien afirma que escuchó a Lance decirle al doctor del Tour, que, para contrarrestar los efectos de la quimioterapia, se suministraba esteroides y EPO por indicaciones médicas.
Que no sabían las autoridades del ciclismo internacional que los doctores, después de extirpar los tumores cerebrales a Lance, decidieron utilizar un protocolo basado en el platino, llamado VIP, que era más cáustico a corto plazo pero a la larga castigaría menos sus pulmones. Se trataba de un cóctel de tres medicamentos "Vepesid, Ifex y Platinol" de los laboratorios Bristol Myers Squibb, conocidos por su elevado índice de éxito en los tratamientos contra el cáncer.
Este ser súper dotado fue un ejemplo que movió y motivo sentimientos, mucho mas allá que el futbol, por una buena causa: todos llevabamos en la muñeca una pulsera, ya sea para apoyar la causa del cáncer o por acercarnos un poco a Lance. El ciclismo se convirtió en el leguaje de niños y jóvenes para alejarse del veneno de las drogas, los padres se acercaron a sus hijos por este deporte. Muchos enfermos de cáncer, desde sus camas en los hospitales, veían la esperanza de la sobrevivencia y de la guerra ganada después de que Armstrong lo logró.
Yo sólo puedo decir: Lance me diste una pasión y una conciencia, ¡gracias!