3 Mayo, 2012.- Hace tiempo leí una entrevista con Jennifer López donde la cantante comentaba que tenía que estar completamente sola para poder entender quién era, pese a ser una mujer que aparentemente tiene todo: belleza, éxito, dinero, hijos, poder, etcétera. Pero, el caso de la también actriz puertorriqueña no está muy lejos de lo que nos ocurre en la vida real a muchos hombres y mujeres. La pregunta es: ¿por qué le tenemos tanto miedo a estar solos? ¿O a tomar la decisión de estar solos? ¿Por qué entendemos poco de nosotros y de nuestras luchas por encontrarnos?
Al llegar a los cuarenta, preferimos la soledad, debido a que hemos tenido experiencias de guerras ganadas y otras perdidas. Acaso se agudizan nuestras dependencias y codependencias o nuestra absoluta independencia de placeres o personas que están cerca de nosotros o de quienes por una decisión bien reflexionada, dejamos entrar a nuestras vidas.
Me pregunto si la soledad nos llega a cierta edad y si alguna revolución hormonal , nos hace ganar batallas y nos permite descubrir cuál es el momento para detenernos y decidir el camino vamos a tomar. Quizá sea la edad perfecta en la que necesitas aislarte sin temor a ser juzgado por otros, pero principalmente por ti mismo, porque tu peor juez eres tu mismo. Ese juez que te pregunta: ¿cómo? Son las 5 de la tarde y ya te apartaste del mundo! El mismo juez que te enfrenta con tu pasado: ya viviste, luchaste, gozaste, sufriste, amaste e incluso fuiste derrotado. Pero es el mismo juez que te dice que la ley de la vida te permite poner y proponer nuevas normas.
En el caso de las mujeres, las nuevas reglas y tu propia revolución hormonal te grita y te reafirma: tu rol en el mundo de la conservación de la especie ha terminado: gracias por participar:¡woow! Solo vigila lo que ya hiciste, cuídate del deseo de ver la vida superficialmente. Como aquellos que sin dar vida, la quitan. Como refiere un mantra de los grupos de autoayuda: vive y deja vivir. Porque solo quien da vida, entiende lo que es quitarla o no dejar vivir.
Propongo hacer un alto en el camino, sin euforias, pero si con realismo y preguntarnos ¿Qué necesito? ¿Compañía? ¿Amor? ¿Comprensión? ¿Protección? ¿Pasión? ¿Creatividad? Emoción? Y ¿qué pasa si necesito todas?!!!!!!! ¿Habré dejado de hacer algo? ¿ Habré dejado de sentirme viva o vivo?
Porque también descubres que al ser selectivo te aislas. Porque sientes que si privilegias la compañía de aquellos que te aman y amas, te fundes con ellos y te apartas. Y te preguntas: ¿por qué la intolerancia se convierte en tu escudo al escuchar aquellos que te quieren dar clases de aquello que carecen? Y aunque estas seguro de que la cortesía es la careta de la convivencia social, te das miedo.
Sin embargo estás fluyendo tu, estas siendo realmente TU, con tus propias reglas. Otros recurren al alcohol después de la media tarde, otros a la terapia, otros al yoga. Y mi ser interior, mi yo se sigue rebelando: ¿por qué nos da tanto temor enfrentar la tarde noche, aun cuando tenemos vidas útiles?
Porque es bastante bueno llegar a casa y estar solos cuando realmente tenemos océanos de distancia por ejemplo, con escenarios fabricados por la necesidad de un status o por un trabajo del que te sientes liberado. Y es que seguramente ya encontraste tu sentido de vida como plantea Víctor Frankl en El hombre en busca de sentido.
En fin, ¡la vida sigue! Es natural que a veces nos preguntemos sobre el sentido de la vida, pero lo mas importante es ¡que la vida sigue! Finalmente debemos gozarla y siempre, crecer frente a la adversidad, a las entregas sin respuesta y a los silencios con gritos. Para eso es la vida, para VIVIRLA.