top of page
Buscar

Un minuto

  • Adriana Delgado
  • 11 dic 2017
  • 3 Min. de lectura

30 Marzo, 2012.- La vida, se detiene, se inmoviliza y se va, cuando se tiene que aprender una lección. Viernes de relax, después de la oficina, gran semana de avances y análisis sobre a dónde vas y a dónde llegas.


Platicamos, dándonos espacios para que surjan y se explayen las ideas y las pasiones. Nuestro mundo en ese momento, fueron anécdotas de tiempos pasados que eran necesarios para perdonar y avanzar.


Así empezó nuestro viernes, entre Charlie y yo. Amigos por decisión propia, confrontamos y aceptamos nuestras diferencias, singulares y particulares, que norman nuestra convivencia. Errores que fortalecen y reflexiones que engrandecen.


Charlie, con su valentía de encarar su preferencia sexual en un mundo de hipocresías y doble moral, como si al cerrar la puerta de una habitación estuviera el dedo acusador de las conciencias pervertidas que señalan, juzgan y claro, encuentran culpables.


Como si ese dedo inquisidor sólo estuviera presente en las habitaciones de aquéllos que juzgan. ¿Y a ellos, quién los señala? Son aquellos espacios en los que han juzgado seguramente les hace recordar sus carencias, esas que matan el alma con intolerancias, insensibilidades y amarguras. Su angustia y ansiedad los hace ser crueles y mezquinos.


Juzgan para hallar culpables ante su pobre existencia. Johnny pareja de Charlie, quien ha permanecido con él desde hace seis años, nos alcanzó en nuestra conversación reflexiva, protagonista importante de esta sobremesa , uno por ser amigo mío y el otro, por ser novio de él.


Nos relajábamos, reíamos, hacíamos planes, mientras Charlie bebía acompañado del éxtasis del encuentro, después de seis meses de separación reflexiva y egoísta de dos almas que se aman, pero que no tuvieron la valentía de perdonarse y de olvidar un París pleno de luces y sombras. Así expresamos nuestras emociones, más vivas que un oasis en el desierto de Arizona.


Johnny avanzaba con la vida de su juventud, la cual se alejaba de la justificación de su edad. Risas, ojos en búsqueda de encuentro, amor sin tiempo, en el fue mejor no juzgar para amar más. Nos despedimos con futuros del mañana sin saber que el presente haría cambiar realidades.


Esa noche nos marcaría un rumbo y nos encontraría con escenarios difíciles, pero que dan vida, porque la vida es tenerla para apreciarla.Esa noche la vida de Johnny y Charlie cambiaron y sólo un minuto, les dio la lección.


La despedida fue larga, el trayecto corto, sus vidas se modificaron, pero la vida les dio aire.Un árbol fue el fin de lo económico, pero el inicio de su de su realidad: apreciar la VIDA.


Un auto se les cerró en la obscuridad y un tronco fue su final. Ahí empezó esa noche, las horas pasaban, venían y se iban, Johnny con la cara destrozada por el impacto y Charlie con su pierna sin sentir, pero con el dolor del alma, de su compañero cerca de él.Sus cuerpos tenían huellas del accidente, pero sin consecuencias mayores.


Ellos se vieron, y en la desolación se unieron. La pérdida provoca el alejamiento o la permanencia del amor absoluto.


Hoy celebramos la vida y el amor.


Hoy celebramos que tenemos oportunidad de amarnos.


Hoy celebramos que Dios y el amor nos enseñaron, sin quitarnos.


Hoy celebramos que los odios confunden y el amor engrandece.


Hoy celebramos que no importa los señalamientos de los que juzgan, si al final en la rueda de la vida, todos sin distinción de razas, sexualidad y economía, nos subimos a girar y somos parte de las mismas consecuencias.


Reflexión.

Entradas destacadas
Entradas recientes
Archivo
Buscar por tags
Síguenos
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
  • Google+ Basic Square

© 2019 by ADRIANA DELGADO. Derechos Reservados

bottom of page