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Una muerte que se anuncia

  • Adriana Delgado
  • 11 dic 2017
  • 3 Min. de lectura


12 Noviembre, 2012.- El pueblo de Wirikuta, el lugar sagrado de los Wixárika, donde los huicholes dicen que inició el mundo, lugar de los cuatro puntos cardinales. Pueblo mágico en el que Carlos Castaneda narra las enseñanzas de Don Juan y los viajes ontogénicos, una ruta que nos lleva a senderos poéticos y espirituales para adentrarse en el arte de percibir la realidad.


Quienes hemos estado en Real de Catorce hemos recorrido un sueño místico. Reconocemos nuestro origen y mantenemos el misterio de nuestro destino. Pueblo mágico donde el aire multicolor de los trajes autóctonos de los huicholes nos maravilla y nos atrapa sin poder describir la mirada fija y en paz de Maxihua, huichol líder.


Las Willis, jeeps de los años 40 a 60 del siglo pasado, son el único transporte mecánico que baja por la cañada hasta el desierto que lleva al sendero de lo desconocido, paso obligado para los huicholes que siguen su camino hacia el cerro El Quemado (Wirikuta) para honrar a su dios supremo, El Sol. Recorren kilómetros llevando ofrendas, encendiendo fuego ceremonial, Cada año, los huicholes realizan una peregrinación en la cual visitan sus santuarios naturales para mantener la vida del mundo, le piden a su dios el sustento y la salud para su pueblo. En esta peregrinación llevan a cuestas la leyenda milenaria de sus antepasados. Portan ofrendas, danzan y recolectan el hí kuri, o jícuri, peyote cuyo nombre sagrado no está permitido pronunciar. Lo usan para hablar con los dioses a través de los sacerdotes.


Hoy, el pueblo mágico y sagrado de Wirikuta, ubicado en el estado de San Luis Potosí, se enfrenta a la barbarie de la colonoconcesión del gobierno a compañías mineras que destruirán años de historia. Si bien el desarrollo económico es la base del crecimiento en calidad de vida de los habitantes, no se entiende la destrucción sin opción. ¿Acaso no es posible el equilibrio entre las fuerzas económicas y nuestro esquema cultural ancestral? ¿Dónde está la propuesta de desarrollo aunado al impacto ambiental y más aun al social y cultural?


Hasta la fecha se han entregado a la empresa minera canadiense First Majestic 22 concesiones para explotar minas, de plata principalmente, ubicadas en territorio que los huicholes consideran como sagrado.


El Frente en Defensa de Wirikuta asegura que el proyecto minero carece aún de la Manifestación de Impacto Ambiental y el Estudio de Riesgo Ambiental que otorga la Semarnat y que afectará el equilibrio de un ecosistema considerado único. En este lugar viven especies animales y vegetales endémicas en peligro de extinción como el águila real, símbolo para la nación Wixárika. 22 concesiones para First Majestic Silver, más de seis mil hectáreas, 70% de las cuales pertenecen a la Reserva de Wirikuta.


Eso es lo que el gobierno mexicano ha entregado a la empresa canadiense. Wirikuta fue incorporada en 1998 por la UNESCO a la Red Mundial de Sitios Sagrados Naturales. Ahora, la voracidad de la explotación del suelo y las fuerzas económicas amenazan a este sitio sagrado con la contaminación ocasionada por el cianuro usado en el proceso de lixiviación y lo que se llama minería a cielo abierto: minado de tajo a cielo abierto, uno de los procesos más agresivos y contaminantes para explotar los recursos minerales.


Wirikuta, un ecosistema único en el mundo, donde se concentra la mayor biodiversidad y riquezas de cactáceas por metro cuadrado del planeta, un territorio sagrado, un mágico punto en el espacio en riesgo de convertirse en un nauseabundo vertedero de inmundicias por causa de la voracidad humana.


Iritemai, un narrador y poeta wirarika, es decir huichol, ha cantado la gloria de su tierra, y nunca como ahora conviene recordar sus versos:


Cerros escalonados, cerros escalonados;

Yo nunca, nunca llegué a tocarlos,

No es cierto.

En Wirikuta, en Wirikuta

Se encuentra una máquina de flores,

Que ahí escribe, escribe copias

Que permanecerán un tiempo en el sur,

Allá donde brotan, donde surgen

Xapawiyeme, Ni ariwame.

Salen del mar como hojas azules.

Uxainuri es una máquina de flores,

Que escribe por sí sola:

De ella salen letras de flores

Que llevan un mensaje,

Letras de flores que salen en renglones.

Mi hermano con sus cuernos,

Con sus cuernos, que son plumas,

Que son plumas, escribe

En un libro de hojas azules,

En un libro de hojas azules escribe.

En Wirikuta, en Wirikuta se escribe,

La tinta hace letras de flores

Que salen en abundancia, en abundancia salen.


Una abundancia amenazada. Que fácil resulta para las autoridades y los legisladores, deslindarse de la responsabilidad del impacto ambiental y el etnocidio por falta de políticas públicas encaminadas a sustentar un desarrollo económico en armonía con el medio ambiente.


“Por más que uno cavile sobre lo que va a escribir, siempre quedará el vértigo de quien se asoma a una oscura profundidad inalcanzable”, dice también Iritemai, como un presagio de la amenaza que se cierne sobre su sagrada cultura ancestral.


Y después de esto, solo el silencio queda.

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