La equivocación de Rosario
- Adriana Delgado,
- 25 oct 2018
- 3 Min. de lectura

Uno de los retos para atacar la corrupción es justo que en la gran mayoría de los casos el tema de fondo es que se usa la misma ley y sus vacíos jurídicos para cometer esa clase de actos sin importar el género de quienes los cometen.
¿Qué tiene que ver la corrupción con la equidad de género? ¿O una investigación periodística sobre desvíos multimillonarios con que él o los señalados sean hombres o mujeres? Exacto, nada.
Esa es la equivocación más reciente de Rosario Robles: “Porqué se tomó la decisión editorial de poner el nombre y la cara de una mujer a esta investigación periodística. Eso se llama violencia política de género y usted y yo hemos luchado en contra de ello, señora diputada”.
La legisladora Martha Tagle, quien la había señalado como partícipe de la red de corrupción documentada en la llamada Estafa Maestra, publicada en el portal de internet Animal Político, que dirige el periodista Daniel Moreno, le reviró: “Del ya famoso ‘no te preocupes, Rosario’, tenemos que pasar al ‘no te equivoques, Rosario’. La condición de género no nos exime de asumir nuestras responsabilidades en el cargo público y de ser señaladas por actos de corrupción”. Ampararse en la condición de género es detestable. ¿Podría, por ejemplo, Javier Duarte asumirse como víctima por ser hombre? Robles no asumió como secretaria de Estado por ser mujer, sino por su capacidad. Queda claro que hay mucho por hacer en cuanto al empoderamiento de las mujeres, pero las que ocupan posiciones importantes llegan ahí por su profesionalismo y no por su género.
Un estudio de la Revista Mexicana de Análisis Político y Administración Pública documenta que “en las democracias las mujeres son menos corruptas porque son más adversas al riesgo que los hombres y porque son más vulnerables al castigo por la discriminación sexual que padecen; sin embargo esto no sucede en sistemas autocráticos en donde la brecha es débil o inexistente”, de acuerdo con los especialistas Justin Esarey y Gina Chirillo de la Universidad de Cambridge.
Es muy fácil para los políticos decir que no hay pruebas en su contra. “No hay un solo contrato que se haya exhibido, suscrito por Sedesol o por Sedatu con dichas empresas y mucho menos con empresas fantasma”, afirmó Robles. Ok, no hay contratos, pero el problema es mayor. Uno de los retos para atacar la corrupción es justo que en la gran mayoría de los casos el tema de fondo es que se usa la misma ley y sus vacíos jurídicos para cometer esa clase de actos sin importar el género de quienes los cometen. Así fue como versiones periodísticas nos contaron cómo se orquestó el uso de instituciones educativas para los desvíos.
Revisemos datos. Robles fue la encargada del combate a la pobreza en los primeros tres años de esta administración. El presupuesto para ello fue de 798 mmdp, 30% más que en el gobierno anterior. El objetivo planteado por la Cruzada Nacional contra el Hambre, que ella inició y operó, era erradicar la carencia alimentaria de 400 municipios donde viven 7.4 millones de personas, pero sólo 2.2 millones salieron de esa condición.
En 2012 había 56.1 millones de mexicanos con alguna carencia, pero en 2016 ya eran 59.3 millones. 24.6 millones no pueden comprar siquiera la canasta básica, aunque las seis carencias que mide el Coneval, dice el Sexto Informe de Gobierno, se encuentran en su mínimo nivel histórico. Hay avances en algunas áreas, retrocesos marcados en otras y el resultado está muy lejos de la meta planteada con más presupuesto.
No, no es una cuestión de violencia política de género. Es simplemente que funcionarios, sean mujeres u hombres son iguales ante la Constitución y están obligados a dar resultados.
@ADRIDELGADORUIZ
Artículo publicado en El Heraldo de México
https://heraldodemexico.com.mx/opinion/la-equivocacion-de-rosario/