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Adiós, Ricky. ¿Adiós petulancia, homofobia y misoginia?

Los puertorriqueños lo tuvieron claro desde que se enteraron. Ricardo Rosselló, su gobernador electo por voto ciudadano, tenía que irse. La sociedad hizo su papel. El periodismo de investigación develó la actitud déspota, la misoginia y la irresponsabilidad en el desempeño del gobernante, el pueblo decidió y ejerció presión hasta que su voluntad fue acatada.

“¡Que llueva, que llueva, que Ricky va pa’fuera!”, coreaban los manifestantes. “¡Somos más y no tenemos miedo!”. ¿Cómo cambiar un país con protestas responsables, sin cometer actos vandálicos, que sean escuchadas?

En las 12 jornadas de protestas masivas hasta que Rosselló anunció su dimisión, hubo algunos episodios violentos de grupos que se enfrentaron con la policía, que reaccionó con gases lacrimógenos y equipos antimotines, demostrando la debilidad de un gobierno nervioso. Pero la actitud de las grandes masas fue de un civismo tal que, amontonados en las calles, levantaban sus celulares para que todos escucharan al gobernador renunciando. Los tiempos actuales, la defensa de las libertades y exposición de todo en las redes hacen posible poner en evidencia a un gobernante y su administración.

Las grandes manifestaciones de 2010 a 2013 conocidas como la Primavera Árabe que ocasionaron grandes transformaciones sociales, fueron revoluciones de internet, gestadas, organizadas y fortalecidas ahí, como el derrocamiento de Mohamed Morsi en Egipto, luego de que intentó concentrar demasiado poder en la figura presidencial, y la caída del dictador de Libia, Muammar Gaddafi, tras grandes protestas civiles masivas inspiradas en las de Túnez y Egipto. La Revolución de los Jazmines inició en Yemen con una serie de marchas pacíficas que fueron reprimidas violentamente por el gobierno de Ali Abdullah Saleh, lo que desató su caída.

Buena parte de esas transformaciones en el mundo árabe se vieron opacadas en los años siguientes con más guerras y violencia, pero en su momento fueron una luz de esperanza sobre que cambiar al mundo es mucho más que una utopía. Esa misma luz tuvo un brillo particular la noche del 24 de julio pasado, cuando Ricardo Roselló anunció su dimisión mediante un video en Facebook.

La historia muestra que siempre ha habido gobernantes petulantes, déspotas y prejuiciosos. El dictador español Francisco Franco era conocido por ser un convencido homófobo y recalcitrante misógino. Incluyó a los homosexuales dentro de la Ley de Vagos y Maleantes para ingresarlos en manicomios y tratarlos con violentas sesiones de electroshock para “curarles su desviación”. Con respecto a las mujeres, bueno, nunca hubo una en su equipo de gobierno.

Hoy, el amplio historial de comentarios misóginos de personajes como Jair Bolsonaro, en Brasil, y Trump, en EU, da mucho de qué hablar con frecuencia. ¿Hasta qué punto los toleran o reprueban sus electores? Esas cosas dicen mucho de gobernantes y gobernados.

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