El cáncer de la indiferencia
Tras la cirugía para extirpar un tumor maligno del conducto auditivo externo, una semana después Alicia “R” registró infección de la herida. No sólo tuvo problemas para ser atendida, a pesar del dolor insoportable que eso produce. Las consecuencias van mucho más allá de la molestia. La falta de tratamiento causó que el cáncer afecte la pleura. El diagnóstico es carcinoma epidermoide agresivo con derrame pleural maligno. El cáncer no espera. Si no se atiende avanza y mata
En el Hospital de Pemex, en el Ajusco, donde Alicia fue dada de alta sin un protocolo de seguimiento, le fue negada la atención al cancelarle dos veces las citas médicas. La justificación: el desbordamiento de la demanda de atención por COVID-19 y que los pacientes con cáncer deben mantener la distancia porque tienen un riesgo elevado de morir en caso de contagio por la debilidad de su sistema inmunológico. Entonces, ¿qué hacer?
Los políticos y funcionarios tienen la piel sensible cuando una madre angustiada porque su hijo está muriendo les exige recibir medicina o tratamiento. O una hermana angustiada les suplica que le contesten una llamada de auxilio ante el terrible padecimiento del cáncer. ¿Dónde está entonces la humanidad y la actitud positiva que impulsa el Decálogo para salir del coronavirus y entrar a la nueva realidad, que impulsa el gobierno federal? En este dice: “DEMOS LA ESPALDA AL EGOÍSMO Y AL INDIVIDUALISMO Y SEAMOS SOLIDARIOS Y HUMANOS”.
En otros estados e instituciones, la situación no es mejor. Cada cuatro horas muere un niño por cáncer en el país, también 12 mujeres al día. 85 mil mexicanos de todas las edades, cada 12 meses. En la última década, esos fallecimientos anuales han aumentado 20 por ciento.
Áreas de atención que no atienden, médicos que no responden llamadas porque no es lo que indica el protocolo, dado que están enfocados a la atención física de sus pacientes. Desinformación e incertidumbre. Médicos agotados y desilusionados por contrataciones hechas a médicos cubanos con una erogación de 6.2 millones de dólares, mientras los médicos mexicanos son contratados por honorarios y sin seguridad social.
En lo que va de la pandemia e, incluso, meses antes, todas las instituciones de salud: IMSS, ISSSTE, Pemex, ISSFAM, han registrado falta de medicamentos y protestas de las familias de los pacientes que exigen únicamente lo justo: atención para sus enfermos.
La propia Secretaría de Salud había hecho la promesa a padres de familia que permanecían en huelga de hambre hacia finales de mayo, de que a cambio de levantarla firmaría un compromiso de abasto de medicamentos oncológicos para todo el resto del año. Apenas el viernes pasado, la dependencia continuaba sin firmarlo porque no había podido mostrarles ningún contrato o elemento que respalde esa garantía.
Estamos perdiendo de vista lo realmente importante desde los escritorios de políticos y funcionarios. Los pacientes de cáncer deben ser tan prioritarios como los de COVID o cualquier otro padecimiento que ponga en peligro la vida.