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Inflación política

Mercado político a la baja, demasiada oferta, poca demanda. No se rescatan empresas, ¿hay que rescatar partidos? Es más, ¿hay que crear nuevos?

Sólo para remediar la vida interna del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que fue incapaz de algo tan natural como elegir a sus dirigentes, el INE tuvo que gastar 16 millones de pesos, preliminarmente, en encuestas. El costo pudo llegar a los 20.9 millones. Todo ese dinero, que sale de nuestros bolsillos, es muestra de la distorsión del mercado de la democracia.

Más aún, el Partido Encuentro Solidario, que había perdido el registro con otro nombre por no conseguir ni 3 por ciento de los votos, está de regreso. Otros dos se sumaron a la lista: Redes Sociales Progresistas y Fuerza Social por México. Cada uno de ellos recibirá 169 millones de pesos en 2021 sólo por la gracia de haber nacido o renacido.

Hablando de partidos políticos, hagamos un poco de historia financiera y matemáticas. En el año 2000 recibieron prerrogativas por tres mil 64 millones. Para 2012 fueron cinco mil 142 millones. En 2018 la cifra subió a seis mil 788 millones. Para 2021, los 10 partidos recibirán siete mil 226 millones. Es decir, en 21 años la inflación política partidaria en años electorales habrá crecido 135.84 por ciento en términos nominales. ¿Se justifica?

Nada más como imagen mental, eso significaría un promedio de 6.46 por ciento anual. Comparando, en estos años la inflación promedio del país ha sido de 4.46 por ciento. La anual más reciente, de 2019, fue de 2.83 por ciento.

Sí, los números lo demuestran, nuestro mercado político electoral está sobrevaluado, es excesivamente caro y no corresponde con la ley básica de la oferta y la demanda. Como botón de muestra, en las recientes elecciones de Coahuila 60 por ciento de los electores no votaron, y en Hidalgo, 51 por ciento.

El economista David Barkin y el activista Gustavo Esteva decían desde finales de la década de los 70 que la inflación es “reflejo y expresión de la contienda existente entre las diversas fuerzas que integran la sociedad”.

Postulaban que “donde existe un ‘profundo acuerdo social’ que se mantiene ‘a través de las instituciones y de los mecanismos de negociación social’, la inflación puede ser controlada. En cambio, donde no hay acuerdos institucionales capaces de encauzar la lucha por el reparto del producto social, ésta tiende a adoptar la forma de enfrentamientos directos. La contienda social rebasa el marco de las contradicciones económicas y pasa al nivel político. La inflación se vuelve entonces incontrolable”.

En la práctica política, la hipótesis se ha sostenido. Menos acuerdos sociales, más divisiones y más partidos que cuestan más dinero, muchas veces desvirtuados en negocios de camarillas. Más desconfianza, más candados electorales que también cuestan. Más burocracia que termina también señalada.

Hay que hacer un estudio profundo de nuestro sistema de partidos. La democracia no es la panacea, pero sí la base de la libertad. Hay que construir una real.

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